Mostrando entradas con la etiqueta castellano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta castellano. Mostrar todas las entradas

miércoles, 21 de julio de 2021

El panhispanismo: la ideología mítica de la RAE

Poco antes de entrar en el siglo XXI, la RAE actualizó su lema, debido, en apariencia, a un cambio en su enfoque principal y en sus motivaciones. Se pasó, entonces, del mítico <<Limpia, fija y da esplendor>> al moderno <<Unifica, limpia y fija>>. Ahora bien, ¿qué motivaciones subyacen detrás de estos tres verbos? Juan Carlos Moreno Cabrera, de manera tan lúcida como siempre, nos ofrece un pormenorizado análisis[1] de la ideología que hay detrás de la RAE del siglo XXI, que, en realidad, no ha variado demasiado con respecto a aquella bajo la que se fundó.

La interpretación moderna del lema apareció en el prólogo de la ortografía de 1999, junto con una explicación, según la cual, la RAE había modificado su objetivo principal:

<<La Real Academia Española ha elevado a la categoría de objetivo prioritario en los estatutos vigentes el de «velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico». Quiere esto decir que nuestro viejo lema fundacional, «limpia, fija y da esplendor», ha de leerse ahora, más cabalmente, como «unifica, limpia y fija» y que esa tarea la compartimos, en mutua colaboración, con las veintiuna Academias de la Lengua Española restantes, las de todos los países donde se habla español como lengua propia>>.

Además, según han afirmado desde entonces en distintas publicaciones, su cometido no es el de decirle a la gente cómo tiene que hablar. La norma, nos dicen en el Diccionario Panhispánico de Dudas de 2005, <<no es algo decidido y arbitrariamente impuesto desde arriba: lo que las Academias hacen es registrar el consenso de la comunidad de los hispanohablantes y declarar norma, en el sentido de regla, lo que estos han convertido en hábito de corrección, siguiendo los modelos de la escritura o del habla considerados cultos>>. Es decir, la institución  tan solo fija los usos lingüísticos de la gente. Pero al final del párrafo citado ya nos encontramos con un problema de origen ideológico: ¿quién convierte en hábito de corrección tales usos lingüísticos? Una élite culta. Esto significa que el modelo de buen hablar viene marcado por la clase dominante, pues esta es la que sabe hablar y escribir bien.

La RAE sigue un criterio subjetivo, basándose en la identificación mítica de la lengua natural con el estándar, que es una elaboración artificial. Así, etiqueta de incorrectos usos de la lengua natural, de los hablantes reales, que, en muchos casos son fruto del cambio lingüístico, un fenómeno también natural, mientras que toma como modelo de buen hablar usos minoritarios extendidos solo entre la élite dominante (precisamente un ejemplo que nos pone es la pronunciación esdrújula de la palabra francesa élite, que surge de interpretar el acento francés como si se tratara del castellano).

Por lo tanto, de sus propias palabras (pero no solo de estas) deducimos que es falso que hayan renunciado a su labor prescriptivista.

Otra de las incongruencias de la RAE la encontramos en su afirmación de tener en cuenta los usos del español de América, de tal manera que no solo se recogen en la ortografía, el diccionario, etc., sino que estas obras se elaboran junto con el resto de academias de la lengua española. Sin embargo, la RAE se sigue presentando como órgano rector de la ASALE, y no solo esto, sino que, además, continúa mostrando rasgos incuestionablemente mayoritarios entre el conjunto de hispanohablantes como una excepción a la norma, como es el llamado seseo frente a la distinción entre /θ/ y /s/. Tratan tal rasgo como si fuese una deformación de la distinción /θ/-/s/, cuando en realidad el origen de la diferencia es un fenómeno, una vez más, natural, cuya causa fueron las distintas soluciones que se dieron durante el reajuste fonológico del sistema de las sibilantes en los siglos XVI y XVIII, el cual también dio lugar al estigmatizado ceceo.

Es decir, hay una abrumadora mayoría de hablantes que pronuncian casa y caza con /s/ y otros dos grupos, mucho más reducidos, de los cuales uno pronuncia de manera distinta casa y caza y otro pronuncia ambas con /θ/. Habría que añadir que algunos lingüistas han propuesto ortografías en las que ambos fonemas estén representados tan solo por la grafía “s”, pero no digamos esto muy alto, no sea que sumamos en el espanto a los doctos académicos.

¿Qué ideología subyace tras estas decisiones? El panhispanismo, que Moreno Cabrera define en su glosario final como un tipo de nacionalismo lingüístico, según el cual <<la lengua española es el fundamento de una patria cultural común de más de cuatrocientos millones de personas>>. En los comienzos de esta ideología, se proponía a España como el eje central de la norma común, lo cual ha intentado ocultarse, poniendo como excusa términos lingüísticos totalmente tergiversados a propósito, como es el de koiné, cuyo significado real podéis leer aquí:

El mito en el que se basa el panhispanismo es el de la lengua común universal. Los apologetas del mismo afirman que es la manera de alcanzar una comunicación eficiente a través de la cual un gran número de hablantes pueda entenderse. Sin embargo, esto no es así y, por otro lado, hay mecanismos lingüísticos que sí que posibilitan la comunicación sin poner por ello en riesgo la supervivencia de otras lenguas. En la expansión del castellano como lengua común universal lo que hay es una decisión política y no un cambio lingüístico: <<Una lengua se hace hegemónica cuando es impuesta por alguien fuera de su ámbito natural>>. Para el nacionalismo lingüístico español, esta lengua es la única que sirve para la cohesión social (ya asoma aquí la idea de unidad), pues <<es la única lengua de entendimiento total o generalizado posible>>. Obviamente, detrás de esta afirmación solo hay ideas míticas, alejadas de lo que nos dice la ciencia lingüística.

Moreno Cabrera describe en su artículo dos posibles modelos de entendimiento en una comunidad:

1) Imponer una única forma de hablar para todos

2) Aprovechar proximidad de las formas para favorecer la intercomprensión: esta proximidad se da en las lenguas iberorromances, no así en el euskera, lo cual no impide que, con un mínimo de empeño, podamos llegar a entendernos los hablantes de lenguas iberorromances y los euskaldunes sin que el euskera sea minorizado.

Pues bien, el nacionalismo lingüístico español no solo se decanta por la primera opción, sino que, además, ha llevado a cabo -y continúa- una campaña de denigración del plurilingüismo, como si fuera el colmo de los males, una amenaza para la cohesión social, como si al hablar cada uno su lengua materna nos fuésemos a liar a cachiporrazos. Otra vez un mito, el de Babel, que nada tiene que ver con lo que nos muestra la lingüística.

Podríamos decir que el panhispanismo es la expresión transoceánica del nacionalismo lingüístico español (basado este en el imperialismo cultural), pues ya no solo es que haya que imponer el castellano a todo el territorio español, proyecto que, mal que les pese, nunca van a ver culminado, sino que, además, tienen que imponer la forma de hablar de la zona en la que se concentra el poder político al continente americano. Esa es la razón por la cual consideran la distinción /θ/-/s/ como la predominante, negando la realidad.

Esto sucede porque el Estado español no quiere perder el dominio sobre las antiguas colonias. La razón por la que lo hacen de manera encubierta es sencillamente la necesidad de no perder su autoridad:

<<Como sostiene del Valle, por otro lado, es necesario disociarse del colonialismo del pasado para que la docta institución pueda adquirir una legitimación cultural de fundamentación lingüística basada en los criterios de la sociedad moderna, que ha sido en alguna ocasión bautizada como hispanofonía>>.

Pero, si ahondamos aún más, nos encontramos con intereses políticos y económicos:

<<Esa afinidad cultural, sicológica y afectiva basada en la lengua común no es ni más ni menos que esa ideología lingüística a la que yo me refiero como hispanofonía. […] Es en este contexto, ante la fragilidad inherente a la hispanofonía, en el que los gobiernos españoles y los líderes empresariales movilizan estratégicamente las instituciones lingüísticas y culturales para asegurarse de que la presencia de los agentes económicos españoles en América Latina sea percibida no como la versión posmoderna de la vieja relación colonial sino como «natural» y «legítima»>>. (J. del Valle, 2007)[2]

Es decir, tras toda la palabrería con la que construyen los distintos mitos en los que se apoya el nacionalismo lingüístico, lo único que hay es interés económico y de control. Y, para alcanzar sus objetivos, no les importa que desaparezcan lenguas, que las personas vean dañada su autoestima al ser estigmatizadas por su forma de hablar, etc., etc. Hemos de entender esta ideología como un tentáculo más del modelo de producción actual, basado en la misma dinámica y que no tiene ningún reparo en destruir bosques, llevar a la extinción a multitud de especies, etc. con tal de seguir acumulando riqueza y, sobre todo, poder. Pero, al igual que la RAE (brazo del Estado español) disfraza sus intenciones sirviéndose de un lenguaje buenista, lo mismo hace el capitalismo, que, en su reformulación moderna, ahora finge ser verde, sostenible, inclusivo, para no perder su legitimación ante la gente y poder seguir haciendo de las suyas.



[1] Moreno Cabrera, Juan Carlos (2011). «“Unifica, limpia y fija.” La RAE y los mitos del nacionalismo lingüístico español», en S. Senz i M. Alberte: El dardo en la Academia, Barcelona: Melusina, vol. 1, pp. 157-314.

[2] Valle, J. del (2007). «La lengua, patria común: la hispanofonía y el nacionalismo panhispánico», en J. del Valle (ed.) (2007): La lengua, ¿patria común?, Madrid: Vervuert Iberoamericana, pp. 31-56.




miércoles, 12 de mayo de 2021

Mitos del nacionalismo lingüístico español

El nacionalismo lingüístico español es una <<[i]deología según la cual el español es una lengua superior a los demás idiomas con los que convive o ha convivido>>. Desde esta ideología se afirma que el español tuvo una mayor expansión que el resto de lenguas peninsulares precisamente por sus características únicas y especiales. Esto la hace una lengua más apropiada para la comunicación de todos los españoles, o al menos esto afirman quienes siguen tal ideología. 

El artículo del que he extraído la cita de arriba se titula «Unifica, limpia y fija.» La RAE y los mitos del nacionalismo lingüístico español y su autor es Juan Carlos Moreno Cabrera. He hecho algunos vídeos comentándolo. Los tenéis en esta lista de reproducción 👉 https://youtube.com/playlist . En el capítulo final de dicho artículo, se resumen de manera muy didáctica estos mitos, que copio a continuación. En el primer párrafo de cada entrada se explica brevemente el mito y, entre corchetes, Moreno Cabrera lo desmonta.


MITOS DEL NACIONALISMO LINGÜÍSTICO ESPAÑOL

Mito del abolengo documental del español

Las Glosas Emilianenses están entre los primeros testimonios del castellano. El castellano es la primera lengua romance que se pone por escrito.

[Las Glosas Emilianenses, en opinión de algunos expertos de solvencia científica reconocida como Rafael Lapesa, no están en castellano sino en navarro-aragonés (Moreno Cabrera, 2008b: 166).]

Mito de las virtudes del castellano primitivo

El castellano era una lengua más fácil de aprender, más regular, más accesible. Por ejemplo, el sistema de cinco vocales ha ayudado a la progresiva expansión de esta lengua (Moreno Cabrera, 2000: 115-136, y 2008b: 78-79).

[Todas las lenguas del mundo conocidas tienen aspectos fáciles y puntos difíciles de aprender. En efecto, el castellano tiene cinco vocales, pero también tiene más de medio millar de verbos irregulares. Puede consultarse una lista en Alcoba, 1999: 4971-4972.]

Mito de la conversión del castellano en español

Con el correr de los tiempos el dialecto local castellano se ha convertido en un idioma cualitativamente superior; ha pasado de ser dialecto a ser lengua; ha pasado de castellano a español.

[La distinción entre lengua y dialecto no es lingüística sino sociopolítica y se basa en el poder político, militar o económico. Es habitual entre los lingüistas citar la sentencia de que una lengua es una dialecto con un Estado y un Ejército.]

Mito de la dialectalización del castellano moderno

Al convertirse en español, el castellano moderno ha pasado a ser un dialecto de la lengua española.

[Cuando en España se habla de español a secas casi siempre se piensa en la variedad española estándar peninsular. Pero lo cierto es que el castellano moderno no es un dialecto del español estándar peninsular, sino que es éste el que es una variedad o registro culto de aquél.]

Mito del español como lengua común

El español es la lengua común en España porque es la única lengua en la que todos los ciudadanos del Estado español pueden entenderse.

[Para desmontar este mito basta una breve reflexión. Si, por ejemplo, los gallegohablantes monolingües no han tenido nunca grandes dificultades para entender a los castellanohablantes monolingües, ¿por qué éstos no tienen la misma facilidad para entender a los gallegohablantes si las lenguas implicadas son las mismas? ¿Quizás porque los castellanohablantes monolingües estamos menos dotados para entender otras lenguas cercanamente relacionadas con la nuestra? ¿Quizás porque el castellano es la lengua romance más fácil que existe? A poco que se reflexione un momento se verá que ninguna de las dos preguntas puede tener una respuesta razonada afirmativa, si no queremos caer en graves y abominables prejuicios o en otros mitos nacionalistas.]

Mito del español global

El castellano no sólo se transformó en el español como lengua común de España, sino que se ha convertido en la actualidad en una lengua superior de carácter internacional, que rivaliza con otras lenguas globales como el inglés o el francés.

[El inglés, francés o español actuales no son, desde el punto de vista estrictamente lingüístico y gramatical, lenguas cualitativamente diferentes del navajo, groenlandés o koriako, idiomas de ámbito geográfico muy limitado. Su carácter global se debe a las consecuencias del colonialismo y al imperialismo político y cultural asociado al imperialismo económico del capitalismo contemporáneo. Esta condición global no ha cambiado nada esencial de la naturaleza gramatical de estas lenguas.]

Os dejo, además, esta entrevista que le hicieron a Juan Carlos Moreno Cabrera en el programa Para Todos La 2 en 2014 y en la que también desmonta algunos de los citados mitos👉 https://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/ .

lunes, 28 de diciembre de 2020

Origen y función de la RAE

En este vídeo te explico cuándo se funda la Real Academia Española y con qué propósito y, como colofón, desmonto algunos mitos sobre esta institución muy extendidos.

domingo, 9 de agosto de 2020

Sí existe literatura leonesa

Uno de los argumentos que se suelen utilizar para desprestigiar lenguas minorizadas como el leonés o el aragonés es que no tienen literatura, al contrario que la superior, según ellos, lengua castellana. En primer lugar, debemos decir que, aunque fuese cierto, la ausencia de literatura escrita en una lengua no significa que esa lengua no exista o que sea un invento moderno (otro de los mitos sobre el leonés, aragonés, euskera, etc.). Los filólogos y otros estudiosos de la lengua y la cultura sabemos que la literatura oral es tan importante como la escrita, y la idea de inferioridad se basa en una actitud supremacista hacia culturas diferentes a la predominante en Occidente. Por ejemplo, las personas que comparten tal mentalidad son incapaces de aceptar que las lenguas khoisan tienen un sistema fonológico tan complejo como el del castellano, el alemán o el inglés, ya que cada uno de los chasquidos o clics se pronuncian de manera diferente y se pueden representar en AFI:

·         Clics dentales, AFI: [ǀ]

·         Clics laterales, AFI: [ǁ]

·         Clics bilabiales, AFI: [ʘ]

·         Clics alveolares, AFI: [ǃ]

·         Clics palatales, AFI: [ǂ]

En segundo lugar, estas personas desconocen que las primeras manifestaciones escritas en romance castellano no son literarias, sino notariales, pues en la Alta Edad Media la lengua de cultura era el latín (no por razones lingüísticas, como ya sabemos, sino porque la consideración de las lenguas vulgares fue un proceso que necesitó su tiempo).

La documentación notarial medieval es abundante, tanto en castellano como en las otras lenguas peninsulares, incluido el leonés, y ha sido ampliamente estudiada por las distintas generaciones de filólogos desde Menéndez Pidal hasta nuestros días.

¿De cuándo datan los primeros testimonios literarios de la Península Ibérica escritos en romance? Las jarchas, del siglo XI, serían las más tempranas manifestaciones en nuestro territorio. Se trataba de versos en romance mozárabe, extraídos de la lírica popular e insertados en las moaxajas por poetas cultos árabes y hebreos.

La lírica gallegoportuguesa, tan prestigiosa en su momento, vive su época de máximo esplendor en los siglos XIII y XIV, sin embargo, era primordialmente cantada y solo se empieza a recoger con regularidad en cancioneros a partir del XIV, aunque existen algunos manuscritos anteriores.  Es probable que las cantigas de amigo compartan con las jarchas y con otro tipo de composiciones líricas europeas similares un sustrato común y se remontarían a una época bastante antigua.

En cuanto al aragonés, uno de los primeros documentos escritos es la crónica Liber Regum, redactada seguramente entre 1194 y 1211 y que “[s]e considera el primer texto histórico de extensión considerable escrito en una lengua peninsular”[1]. Otro texto aragonés de notable importancia es el poema juglaresco Razón Feita d’Amor, de comienzos del siglo XIII (h. 1205).

Algo anterior es uno de los primeros testimonios literarios en lengua catalana, las Homilies d’Organyà, texto de carácter religioso compuesto a finales del siglo XII y descubierto a comienzos del XX en la iglesia de Santa Maria d’Organyà. Otra figura importante de la literatura en catalán que dejó su obra por escrito es Ramon Llull, del siglo XIII.

También encontramos literatura escrita en castellano en la Edad Media. Una de las manifestaciones más antiguas es el Cantar de Mio Cid. Si bien no tenemos clara la fecha de composición, la única copia conservada data, en opinión de algunos autores, de 1307, pues restituyen una C borrada en el manuscrito, firmado por Per Abbat en mill e CC XLV (era hispánica). En el caso de que esta teoría no sea correcta, el manuscrito habría sido elaborado en 1207. Pero esto no significa que no existiese una tradición épica anterior, solo que era de carácter oral, tanto en el caso castellano como, en general, en los cantares de gesta europeos, que eran cantados por los juglares.

La lengua leonesa abunda sobre todo en documentos notariales y en literatura de tradición oral, que, como hemos apuntado, es tan relevante como la escrita. En este artículo os expliqué que el leonés se va dejando de usar por escrito a partir del siglo XV, debido al prestigio otorgado al castellano, la lengua del centro de poder. Recordemos que la unión definitiva de los reinos de León y Castilla bajo la Corona de Castilla tiene lugar en 1230 y, aunque se sigue conservando el derecho y las costumbres particulares de cada reino, el castellano se impone como lengua de prestigio y la lengua leonesa perdurará en la literatura del XVI como mero elemento de folclore, como nos muestran las piezas teatrales de Juan del Enzina, Lucas Fernández…, que usarán el denominado sayagués para caracterizar a sus personajes rústicos.

No obstante, nos encontramos con obras fundamentales de la literatura hispánica[2] que son probablemente leonesas o, al menos, contienen leonesismos. Con respecto al Libro de Alexandre, no existe unanimidad sobre la lengua en la que está escrito. Menéndez Pidal y otros autores optan por la hipótesis de que fuese escrito originalmente en leonés, mientras que Joan Coromines, entre otros filólogos, cree que un copista leonés habría añadido los rasgos de su lengua a un original castellano.

El poema titulado Debate de Elena y María, conservado en un único manuscrito de enorme valor y compuesto en el siglo XIII, para Pidal, está escrito en leonés, aunque tiene presencia de elementos castellanos y gallegoportugueses.

El mismo autor considera otra obra relevante, el Poema de Alfonso Onceno, “una de las últimas obras de la literatura leonesa”. Escrito por Rodrigo Yáñez en 1348, se trata de una crónica en verso del rey Alfonso XI, bisnieto de Alfonso X “el Sabio”.

Ya he mencionado que la tradición oral es de tanta importancia como la literatura escrita. El origen de la lírica, la épica y el teatro no es escrito, aunque después se plasme en manuscritos e impresos. Uno de los géneros de gran riqueza de la literatura hispánica es el de los romances, predominantemente recitados de manera oral, si bien acabó surgiendo un interés por conservarlos por escrito. Este género se ha desarrollado especialmente en las culturas castellana, sefardí y leonesa, como pone de manifiesto para esta última la antología de David Álvarez Cárcamo.

Una de las causas de que se hayan conservado las composiciones orales leonesas a lo largo de los siglos es la costumbre del filandón, una reunión que tiene lugar por las noches y en la que se cuentan cuentos y leyendas, romances, etc. alrededor de un fuego mientras los vecinos y vecinas realizan tareas artesanales. El filandón perdura hasta nuestros días y ha sido declarado Bien de Interés Cultural por las Cortes de Castilla y León.

Con toda esta información, hemos demostrado que la creencia de que una comunidad que no pone por escrito su literatura no es inferior a aquellas que sí lo hacen. De hecho, existen lenguas ágrafas y no por ello son inferiores a las culturas que tienen escritura. Pero es que es mentira, como he leído estos días y como se suele argumentar erróneamente cada vez que se toma cualquier medida a favor de las lenguas minorizadas, que no exista literatura leonesa escrita. Y lo mismo se puede aplicar a la aragonesa. Estas lenguas corren especial peligro en nuestros días debido al nacionalismo lingüístico español, a la globalización, al abandono del mundo rural, etc. Sin embargo, existe entre las generaciones jóvenes un interés en recuperar la lengua y la tradición de sus padres y abuelos. Desde el ámbito político, quizás no se hace lo suficiente por estas lenguas, ya que, como digo, cada medida se recibe por ciertos sectores con desaprobación y agresividad verbal basada en falsas creencias. Por eso es fundamental ofrecer datos y argumentos sólidos que contribuyan a ofrecer una consideración social positiva de estas lenguas.



[2] Utilizo aquí la primera acepción del DLE: “Perteneciente o relativo a la antigua Hispania o a los pueblos que formaron parte de ella”, lo que engloba las distintas lenguas peninsulares y no hace referencia solo al castellano.

miércoles, 29 de julio de 2020

El bilingüismo

Solemos ver el bilingüismo como un fenómeno homogéneo y muy positivo. Pero, por el contrario, algunos tipos de bilingüismo están acompañados de una situación de desigualdad de los hablantes. Es el caso de las comunidades bilingües de España.


martes, 16 de junio de 2020

"Bajuno" y la falsa etimología

La lengua es algo que, lo disimulemos mejor o peor, a todos nos atrae. Nos gusta jugar con ella inventando palabras, por ejemplo, y hacernos preguntas sobre multitud de cuestiones, incluida la que hoy nos atañe: la etimología.

Cuando pensamos en el origen de una palabra, la lógica nos lleva a la solución más fácil. "Gatito" viene de "gato" y significa 'gato pequeño'. "Jardinero" viene de "jardín", "panadero" de "pan y "pescadero" de "pescado", y las tres palabras hacen referencia a profesiones que están relacionadas con los objetos que designan los nombres de los que provienen.

Sin embargo, no siempre la solución sencilla es la verdadera. Es lo que sucede con "bajuno", que significa 'bajo, soez' y cuyo origen está en una onomatopeya.

Sí, has leído bien. Aunque existe en castellano el sufijo "-uno" y es probable que "bajuno" se haya formado con el mismo, al contrario de lo que la lógica nos lleva a pensar, la etimología de este adjetivo no es "bajo".

En realidad, "bajuno" tiene más que ver con "vaho" que con "bajo". Ambas palabras, "bajuno" y "vaho" comparten raíz: la onomatopeya "baf", que expresa el soplo o aliento del vapor, según explica el DCECH*.

La forma primitiva de "vaho" es "bajo" (insisto en que, aunque coincida en forma con "bajo < BASSUS", se trata de palabras distintas), documentada por primera vez en la Primera Crónica General (h. 1290). Nebrija la recoge ya como "baho" a finales del XV y con la grafía "v" la encontramos como variante en Oudin (principios del XVII) y así queda fijada en el Diccionario de Autoridades (primer diccionario de la RAE, del s. XVIII), debido a que se la relaciona erróneamente con "vapor" (DCECH). 

Con otro sentido, continúa el DCECH, está atestiguado también "bafa", que significa 'baladronada, embuste'. De esta forma deriva "bahúno", adjetivo que aún registra el DLE con la marca "p. us." ("poco usado") y del que "bajuno" es una variante.

Como decía al principio, no siempre la explicación más sencilla es la real. A veces es necesario hacer una búsqueda para comprobar si nuestras intuiciones son ciertas o si, por el contrario, existe una respuesta más rebuscada.


*Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Joan Coromines y José Antonio Pascual.

sábado, 13 de junio de 2020

El género gramatical

En castellano, existen distintos procedimientos para formar el género de los sustantivos.

Básicamente, tenemos los siguientes:

Si el sustantivo se refiere a seres sexuados:
  • Por moción: chico / chica
  • Moción con derivación: alcalde / alcaldesa
  • Por heteronimia: caballo / yegua
  • Nomina communia: el periodista / la periodista
  • Epicenos: la rana macho / la rana hembra
Si el sustantivo se refiere a seres no sexuados:
  • Unigéneres: el tejado, la mesa
  • Bigéneres: el barco / la barca
  • Ambiguos: el / la mar

 En el vídeo de abajo, lo explico con más detalle.


sábado, 18 de abril de 2020

Monomarental. ¿Tiene sentido?

Los políticos suelen ser protagonistas de polémicas relacionadas con la lengua. La más reciente tiene que ver con la palabra monomarental, que ha utilizado Irene Montero ayer mismo en su cuenta de Twitter.

Es innegable que el objetivo de tal uso -visibilizar a las familias formadas por una madre y sus hijos- es loable, pero vamos a analizar este neologismo desde el punto de vista de la lengua, después de una breve introducción.

El conocimiento de la lengua y del funcionamiento del lenguaje (diferencia entre lenguaje y lengua → http://www.hispanoteca.eu/Foro/ARCHIVO-Foro/Lenguaje-lengua-idioma-habla.htm) y la reflexión sobre ambos es muy necesaria para comprender mejor el mundo que nos rodea y para ordenar nuestros pensamientos.

Cuando observamos el uso que hacemos nosotros y que hacen los demás de la lengua, nos damos cuenta de que las palabras, las frases, la entonación, etc. contienen información adicional que nos indica el estado de ánimo de nuestro interlocutor, la intención evidente y la oculta detrás de las mismas y otros datos importantes. Y, desde luego, el empleo de ciertos términos en la política nunca es casual (recomiendo echarle un vistazo a esta reseña en la que resumo algunos recursos comunicativos propios -pero no exclusivos- de este ámbito).

Por otro lado, cabe señalar que no es la primera vez que alguien usa la palabra monomarental. Buscando en la red, he encontrado entradas publicadas, sobre todo, de 2014 en adelante, pero hay registros anteriores. Curiosamente, no todas las páginas que emplean el término son feministas, como cabría suponer, sino que aparece usada por sectores muy diversos, desde la inmobiliaria Idealista (¿quizás para dar una buena imagen y ganarse a los posibles clientes? → https://www.idealista.com/news/) hasta Cáritas (https://www.eldiario.es/soc).


Como decía al principio, el propósito del uso de monomarental es digno de admiración, pero más allá de mi opinión personal, voy a aportar un análisis lingüístico.

Una de las cualidades del lenguaje humano es la capacidad que tienen todas las lenguas para formar palabras nuevas a través de distintos procedimientos. Monomarental es un neologismo que toma como referencia el adjetivo monoparental, que contiene el prefijo de origen griego mono- y el adjetivo parental. El hablante que usa monomarental inconscientemente asocia marental a madre, pero, en realidad, parental viene del latín parentalis, derivado a su vez de parens, parentis, la palabra que pasa al castellano como pariente.

Veamos los significados castellano y latino:

Del castellano, nos interesan la primera y la sexta acepción que da el DLE:
1. adj. Dicho de una persona con respecto de otraQue tiene relación de parentesco con ellaU. m. c. s.6. m. pl. desus. padres (‖ padre y madre).
El significado que da el diccionario Gaffiot coincide con la sexta acepción del DLE:






Monoparental se refiere, entonces, a una familia formada por un solo "pariente", que puede ser la madre o el padre. De hecho, si seguimos profundizando en la estructura de la palabra latina, descubrimos que está relacionada con el verbo parir, tal como nos indica la página etimologias.dechile.net  (que recomiendo como complemento -aunque, por supuesto, no lo sustituye- al Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Coromines y José Antonio Pascual). Podéis comprobarlo pinchando en el enlace.

¿Qué conclusión podemos sacar de este análisis? Creo que lo fundamental es que los hablantes, a veces, hacemos asociaciones entre raíces e incluso fonemas (/m/ y /p/ en este caso) y realidades concretas (género femenino y género masculino), que están alejadas de lo que nos muestran la morfología y la etimología.

¿Es esto malo? En mi opinión, no lo es en absoluto. La lengua está para usarla y, además, con la posibilidad de hacerlo de manera creativa. ¿Es correcto desde el punto de vista lingüístico? Tendríamos que abrir aquí un debate que nos ocuparía muchísimas líneas más, así que lo dejaré para otra ocasión. Pero haceos las siguientes preguntas, ¿qué es lo correcto?, ¿lo que dice la RAE?, ¿qué es la RAE?, ¿qué criterios sigue?, ¿hay otros criterios diferentes?, ¿y el hecho de que existan unas normas lingüísticas implica que debamos usarlas?, ¿por qué sí usarlas y por qué no hacerlo? 

miércoles, 5 de febrero de 2020

La castellanización del leonés escrito


En este artículo os hago un resumen y comento algunos aspectos de <<Del leonés al castellano>>[1], de José Ramón Morala, director de la Cátedra de Estudios Leoneses http://cele.unileon.es.

El profesor Morala utliza como fuente los documentos notariales, porque facilitan la identificación de <<los pasos que marcan un cambio lingüístico en marcha>>, y se refiere a la castellanización del leonés escrito, pues esta no se da en el mismo grado en la lengua hablada. Sí que es cierto que hubo una gran diferencia entre el ámbito rural, donde se conservan mejor los rasgos leoneses, y el urbano, debido a que el habla prestigiosa llega más fácilmente a este último. Se han establecido, además, distintas áreas geográficas que distinguen zonas más conservadoras de las más castellanizadas, en las que se centra este estudio. Las áreas de mayor castellanización se sitúan en el este y en el sur del dominio leonés,<<entre la Cordillera Cantábrica por el norte y el río Duero por el sur>>.

Aprovecho para comentar que uno de los mitos más extendidos es el de que lo que se habla en los pueblos, especialmente en zonas aisladas, es inferior, es habla de paletos, el resultado de la falta de cultura. Nada más lejos de la realidad. Todo esto parte de las creencias y actitudes que tienen los hablantes en una situación de diglosia en la que conviven la lengua de los poderosos con una lengua minorizada y estigmatizada por estos a través de distintas vías, como la Administración, la enseñanza, los medios de comunicación... No habría incultura, entonces, sino que es la cultura dominante la que no llega tan fácilmente a estas zonas.

Por desgracia, aunque ahora ya se empiezan a usar (en unas comunidades más que en otras) las distintas lenguas maternas en ámbitos públicos, ese mito pervive, algo a lo que contribuyen las redes sociales que, como todo, tienen su aspecto positivo (mayor visibilización de lenguas y variedades minorizadas, sentimiento de solidaridad, etc.) y su aspecto negativo (difusión intencionada o inconsciente de falacias).

Volvamos al texto que nos atañe. José Ramón Morala comienza enumerando los rasgos del leonés de finales del siglo XIII y comienzos del XIV, cuando ya había una larga tradición de documentos notariales redactados en esta lengua. Estos son algunos de los más característicos[2]:
  • Diptongos /ua/, /ue/, /uo/ y /ia/, /ie/ procedentes de /Ĕ/ y /Ŏ/tónicas latinas: nuastros, nuestros, nuostros; bian, bien.
  • Diptongación ante yod: vuecho ‘ocho’; uey, vuey ‘hoy’.
  • Presencia de /i/ epentética: criancia, setenbrio, dezembrio...
  • /y/ proveniente de /-LJ-/ latina (grupo L+yod intervocálico): conceyo frente al gallego concello y el castellano concejo/conceio (la “j” y la i” representaban un fonema medieval que no conservamos, el fricativo prepalatal sonoro /ʒ/, que después evolucionó a la actual jota /x/.
  • Pérdida de /y/ intervocálica en palabras como mao ‘mayo’.
  • Diferentes palatalizaciones de los grupos /PL/, /KL/ Y /FL/ latinos en posición inicial e intervocálica: PLANO > chano, llano, xano (esta última lleva el fonema fricativo prepalatal sordo /ʃ/.
  • Conservación del grupo -MB-: lonba, palombar, plonbo...
  • Palatalización de /l-/ inicial: Lleón, lleer, llabrar, lluego...
  • Contracción de preposición y artículo: ena, enna, eno, enno, cona, pellos, polo...
  • Diptongación en algunas formas del verbo <<ser>>: ye/yes < ĔST; yera, yeran...
  • Lo mismo para la conjunción copulativa ye/ya < ĔT.
  • Formas verbales analógicas con el singular:
  • La primera persona del plural del pretérito perfecto simple de indicativo: mandemos con una /e/ analógica (yo mandé, nosotros mandemos).
  • La tercera persona del plural del mismo tiempo: comproron con una /o/ analógica (él/ella compró, ellos/ellas comproron).

No he incluido todos los rasgos que aparecen en el texto para no alargarme, pero si tenéis interés, podéis consultarlos directamente en el libro que he citado en la nota 1.

A partir del siglo XV, los rasgos leoneses han desaparecido casi por completo de los documentos notariales (insisto en que esto no significa que también desapareciesen de la lengua hablada, pues son registros diferentes). Ahora bien, el cambio se da de manera paulatina: <<los notarios parecen ir reemplazando poco a poco cada uno de los rasgos>>. Y esto, explica Morala, se debiese probablemente a que estaban cada vez más marcados <<diatópica y diastráticamente>>.

Ya os he comentado en ocasiones cómo a medida que el poder se centraliza cada vez más, hay una tendencia homogeneizadora y se acaban imponiendo la lengua y los usos lingüísticos de la Corte, que adquieren prestigio frente al resto, que son estigmatizados.

Por otro lado, también es posible que aunque en algunos ejemplos se diese preferencia a la grafía castellana, esto no significa que estuviese representando la fonética castellana, así que desconocemos si en palabras como concejo o fiio ‘hijo’ la pronunciación era la castellana /ʒ/ o la leonesa /y/.

Con el paso del tiempo, además, se pierde incluso la marca diatópica (geográfica) y pasa a ser una marca diastrática, esto es, de clase social. Un ejemplo es el uso que hacen algunos autores como Juan del Enzina o Lucas Fernández para <<caracterizar el lenguaje de los pastores>>.

Sería interesante buscar algún estudio sociolingüístico que analice la situación del leonés con respecto al castellano en esta época para comprobar con más detalle cómo se dio este proceso.





[1] MORALA, José Ramón, <<Del leonés al castellano>>, en Historia de la lengua española, de Rafael Cano (coord.), Barcelona: Ariel, 2004.
Por desgracia, algunos de los mejores estudios del leonés y del aragonés forman parte de obras en las que aún pervive el nacionalismo lingüístico español y que se basan en el mito de que estas lenguas se acabaron convirtiendo en dialectos del español (como afirma Inés Fernández-Ordóñez), algo desmontado por Juan Carlos Moreno Cabrera. Este hecho no resta valor a tales estudios.
[2] Los ejemplos los copio de Morala.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Arbeyu, ervilha y arveja


En este artículo te voy a hablar de la evolución fonética de estas tres palabras. No voy a tratar la evolución semántica para no alargarme, pero te animo a que lo investigues considerando la relación que tienen con guisante.

Arbeyu, ervilha y arveja derivan del latín ERVILIA, pero tienen una pronunciación diferente en asturianoleonés, portugués y castellano. Los fonemas actuales para la “y”, “lh” y “j” de estas palabras son el palatal fricativo sonoro /y/, el  palatal lateral /l̮/ y el velar fricativo sordo /x/ (uso el RFE, pero podéis consultar en internet la correspondencia entre el RFE y el AFI).

En latín no existía el diptongo -ia, sino que se pronunciaba en dos sílabas distintas. Es en el paso al latín vulgar cuando se da la sinéresis en este tipo de palabras y cambia el acento a la vocal más abierta: MU-LI-E-RE < mu-lié-re. 

Así es como surge la famosa yod, que trae de cabeza a los estudiantes de Fonética Histórica. La I del latín clásico pasa de ser una vocal a convertirse en una semiconsonante o semivocal (dependiendo de su posición en el disptongo) en el latín vulgar, y este sonido dará lugar a una serie de cambios fonéticos de gran relevancia, pero aquí vamos a centrarnos en los resultados de L+yod o LJ a partir de ahora.

ERVILIA, por tanto, ya no es ER-VI-LI-A, sino er-vi-lia, y esta es, como acabo de decir, semiconsonante. Así pues, tenemos  LJ (L+yod), que da diferentes resultados en cada lengua.

Ya en el latín vulgar LJ pasa al fonema palatal lateral /l̮/, es decir, la “ll” pronunciada como lateral (ahora somos casi todos yeístas y la pronunciamos como /y/). 

En el portugués ervilha se mantiene el fonema /l̮/, representado con la grafía “lh”. 

En el romance primitivo (en los ss. IX al XI concretamente, según la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa), la /l̮/ procedente de LJ pasa a /y/ “en el oriente y centro de León”. Por eso en asturianoleonés tenemos arveyu, con ese cierre vocálico final típico. Pero en la época medieval también se mantuvo /l̮/ en algunas zonas en las que se hablaba esta lengua, así que probablemente también lo encontremos escrito con "ll".

En castellano, en cambio, /l̮/ proveniente de LJ evoluciona al fonema medieval fricativo prepalatal sonoro /ž/, que se representaba gráficamente con  “g+e,i”, “i” y “j”: se podía escribir arveja, mugier/mujer, conceio  < CONCILIU “concejo”, fijo < FILIU “hijo”.

No es hasta la revolución fonológica del Siglo de Oro cuando hay un reajuste del grupo de las sibilantes y finalmente el fonema /ž/ primero se ensordece a /š/ y después evoluciona a la actual /x/. La grafía “j” de arveja, entonces, podía representar tanto el fonema medieval /ž/ como el actual /x/.

En resumen:

Los diferentes resultados de LJ (L+yod) son:
  
/l̮/ en el portugués ervilha y en parte del asturianoleonés
/y/ en arbeyu (asturianoleonés) 
/x/ en arveja proveniente del fonema medieval /ž/ en castellano



*Desconozco si en otras lenguas existe una palabra derivada de ERVILIA. He puesto estas tres para ajustarme a lo que sé y ser rigurosa. Si queréis aportar más detalles, os lo agradezco.